(enero – mayo 2015)
Soy Natalia Quintero Flórez y tuve la gran suerte de realizar un semestre académico en la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico. En enero de 2015 comenzaba esta aventura, viajé desde España, para ser exactos desde la Universidad Pontificia de Salamanca, como estudiante de tercer año de Enfermería.
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Los primeros días como todos los comienzos, no fueron fáciles, mentiría al decir que fue así, la diferencia horaria, el clima y el choque cultural hacían su trabajo, pero poco a poco, con el paso de los días, de esos paisajes tan bellos y de vuestra gente tan acogedora y especial hice de mi nuevo espacio un hogar, de desconocidos mi nueva familia y de la cultura puertorriqueña toda una experiencia. Tuve la oportunidad día a día conocer gente no solo de la isla sino de muchos rincones del mundo, con sus culturas y sus maneras de vivir, que de repente se mezclaron en un mismo sitio, dándole valor al hecho de estar allí. La universidad se encargó de que no solo yo, sino los demás estudiantes extranjeros nos integráramos a la perfección y de que la Oficina Institucional de Relaciones Internacionales (OIRI) fuera el sitio de encuentro en nuestras horas muertas entre clases, haciendo que tantos cambios nos resultaran menos difíciles y que confiáramos en ellos a la hora de necesitar cualquier cosa.
A pesar del miedo y las millones de dudas que sentí al saber que iría de intercambio a un sitio tan lejos de España, tenía claro que esos meses allí, serían no solo una oportunidad para conocer otra cultura y descubrir una isla tan bella, sino que también hacían parte de un crecimiento como estudiante, como profesional y como persona.
Hoy, no me arrepiento del tiempo que pasé allí, solo tengo palabras de agradecimiento para todos los puertorriqueños que conocí y con los que tuve la oportunidad de coincidir y compartir, ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, he conocido gente muy especial, de esas que se quedan para siempre en tu recuerdo, he descubierto paisajes espectaculares y profesionalmente he podido ver otra perspectiva de la enfermería.
Un año después, solo me queda aprovechar este momento para dar nuevamente las GRACIAS y con mayúsculas a la Dra. Enid Miranda y a María Reyes, sin vosotras esta experiencia habría sido imposible, también, a todas aquellas personas con las que fui inseparable estos meses, vosotros habéis hecho que el primer semestre del 2015 fuera inolvidable porque finalmente no son las personas las que hacen los viajes, sino los viajes los que hacen a las personas.
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